Yo, la madrastra


La reina madrastra de Blancanieves, ha de ser el más conocido estereotipo de madrastra existente. Ya viuda, hermosa y millonaria con instintos asesinos, y a cargo de la pobre, bella, maltratada, e indefensa huérfana adolescente (Dato #1. se supone que Blancanieves tiene entre 14 y 17 años de edad.  Dato #2, ahora ningún adolescente es indefenso y pobre de ti que lo pongas a lavar un plato porque...)


Cuando alguien se divorcia... se sospecha del marido, seguro fue infiel. Se sospecha de la esposa, seguro lo dejó en la calle... Pero, cuando dicen “madrastra”, se olvidan de que ella no participó en el asunto que fue de otros dos, pero se le atribuyen una serie de pecados no cometidos que exoneran el pasado y la culpan del futuro, y de esa idea no viene nada bueno a la cabeza. Es una palabra tan dura que prefiere evitarse; y es parte de esa etimología social en la que el “reemplazo” de un familiar tiene que ir acompañado de motivos malignos, oscuros y ulteriores que generan miedos profundos. 


Momento... yo no soy maligna. Yo estaba muy ocupada soñando con construir mi vida, mi familia y mi carrera, mientras mi pareja actual, estaba ocupado haciendo bebés con su expareja. En algún punto, cuando mis cosas estaban tomando orden, y él buscaba lo mismo en las suyas, nos encontramos. Dos personas con sus respectivas familias, anhelos, y preocupaciones. 


Nuestra situación de padres de hijos de relaciones anteriores, nos dan un nivel de empatía que no tuvimos con nuestros ex. No es que hayamos amado menos, no es que no diéramos todo lo que estuvo en nuestras manos para que funcionara y renunciáramos así como así. Tampoco, ninguno de los dos intervino en el fracaso del otro, simplemente cada quien tuvo una vida antes de este momento. “Lo que no fue en mi año no fue en mi daño”, dicen por ahí, y en ese año yo soñaba con pasearme en moto con mi galán en turno... 


Con nuestros ex, nos estrenamos como padres, cuando no teníamos idea de que los niños son tan demandantes de tiempo, dinero, esfuerzo y un enorme miedo a que se nos rompan o se echen a perder: -que si porque les compramos muchos juguetes o porque no les compramos los suficientes, que si las clases extra los ayudan o los cansan, si somos malos porque los regañamos o si estamos criando cuervos si no los regañamos. Ahora es más fácil, sabemos que los niños no se rompen ni se insolan por jugar en el patio, que las gripes se curan, que decir frecuentemente “no puedo comprarte un juguete hoy”, ayuda a mantener la paz, a incentivar el ahorro, y probar que los berrinches no sirven de mucho.  


Adoro ser mamá hoy. Yo soñaba con tener una hija, ahora tengo tres de la noche a la mañana: sin engordar, sin estrías, sin desvelos, sin nauseas. Al verlas, mis miedos se disiparon y se convirtieron en mucho amor, igual como cuando vi a mi hijo a los ojos el día que nació. No puedo hacer más, cuando estoy con ellas que pedir que pasen más tiempo con nosotros. Me siento una reina en los brazos de este hombre que me ama y me deja jugar con sus tesoros como si fueran míos. Los abrazos se multiplicaron, como se multiplicaron los platos sucios después de que cada comida se convierte en fiesta. La paciencia se estira, el tiempo se reparte, las maletas se organizan. Requiere más cooperación de todos, pero creo que lo haremos bien. 


Mencionamos algunas reglas, pero creo que la única que realmente nos hará funcionar es: “todos somos importantes en esta familia, y ningún deseo de ninguno de sus miembros es más valioso que el respetarnos entre papá, mamá y hermanos”. 


Sigo creyendo en el “felices para siempre”, de una manera moderna, trabajadora, respetuosa, de diálogo, de retos y de superación. Merecemos una segunda oportunidad, vencer eso que fueron momentos en nuestras respectivas vidas y familias anteriores, en que el amor y el dolor eran uno mismo; como los huracanes, devastadores, arrasando con la piel y lloviendo lágrimas. Nosotros, padres, padrastros, ambos, a raíz de la amistad, la empatía, el gran amor que nos tenemos entre nosotros y a nuestros hijos, somos papás renovados en el compromiso que pactamos con ellos el día que nacieron. Somos familia: Dago, Renée, Becker, Nicole, Michelle y Paulette. 

Comentarios

  1. Hermosas palabras de una mujer de acciones. Así como vamos cambiando los estereotipos de la sociedad de hace 20 años y como esta va cambiando, tenemos que cambiar también la manera de percibir la sociedad.
    No más xenofobía, no más prejuicios, no más idealismos inexistentes. De aquí en adelante solamente debe de haber amor, justicia, empatía y cariño.
    Me da gusto leer este sentir tuyo de apertura hacia el nuevo mundo. Pues de nosotros queda hacerlo un mundo mejor para los que les toca mañana. Felicidades por encontrar el amor en tu nueva familia, donde la sangre es lo menos importante para determinar a quien amar y a quien cuidar.

    Keep moving forward :) El felices para siempre concluye hasta el día de nuestra partida.

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